Pues no sé vosotros, pero yo sigo subida a la montaña rusa. Tanto que, igual
es que esta es mi situación natural, y realmente vivo subida en una
montaña rusa (Yo creo que si se lo preguntaran a alguno de mis
"compis" de piso, me darían la razón,J )
Lo bueno es que ya no estoy en plena bajada como la semana pasada, pero
tampoco estoy subiendo. Es como si la semana pasada me hubiera subido al Dragon
Khan, y esta semana sólo estoy en el tren de la mina. Menos pronunciadas las
subidas y bajadas, pero en cambio, notas mucho más el traqueteo de los vagones.
Pues así ha sido esta semana.
Con noticias buenas, porque, al menos, una de las curvas
que nos quitaba el sueño, parece que evoluciona favorablemente: Menos muertos,
menos contagios, más altas.
Con más noticias buenas porque al menos los peques, uno de
los grupos de edad que más nos preocupaba, ya ha podido salir a sentir un poco
el aire y las hierbas selváticas que se extienden por nuestros parques.
Con más noticias buenas porque empieza la séptima semana, por
fin, con el permiso a los mayores, para que salgan ellos también a sentir el
aire y a ver, aunque sea de lejos, las hierbas selváticas que se extienden por
nuestros parques.
Traqueteos suaves, como cuando ya has pasado la peor subida, y ya sólo queda
disfrutar, aunque de vez en cuando se te sigue subiendo el estómago a la boca.
Con sentimientos "reguleros" (Que no existe, pero
me gusta porque me parece que suena mejor que regular, pero sigue siendo peor
que bien), en mi caso. Acabo la semana pensando en que esto que me pasa se
parece y mucho al síndrome de Estocolmo. Yo casi no he salido. Una vez con uno
de mis "compis de piso", …y ya. Ellos no lo piden, y a mí....salir...me
supone a estas alturas cambiar mis rutinas.
¿Soy la única que ha pensado que ahora, si salgo, me quedo sin la clase
de yoga que había encajado justo a la hora en la que nos permiten salir?
¿Soy la única que aprovecha estas horas de sol de domingo para salir a la
ventana disfrutando de la luz tan maravillosa que entra en mi cocina,
y que nunca había podido aprovechar?
Con la cabeza intentando convencerme de que no es miedo, y que sólo es que
no tengo la necesidad, y con el corazón sabiendo con certeza que es miedo: Otra
vez a salir de la zona de confort.
A estas alturas, me rio yo de las montañas rusas. Eso y que, coño, ahora que
había conseguido levadura....
Y con sensaciones malas. Difícil de explicar, pero siento
un poco de tristeza al ver a la gente en la calle, disfrutando de esa libertad
que tanto pedíamos, y tanto hemos echado de menos, pero como si nada hubiera
pasado. Sin respetar las normas, las distancias, el uso de mascarillas o
guantes. Como si no hubiera servido de nada las siete semanas de confinamiento,
de quejas, de echar de menos, o de llorar de más. Y alucinando, porque los
mismos que se han vuelto locos con las lavadoras a 60º y los lavados de la compra “a
la lejía” llenan hoy las aceras pegados al del al lado, sea o no
conviviente.
Más o menos, como cuando se termina la atracción, y tu estómago vuelve a su
sitio al mismo tiempo que los vagones entran en el apeadero. Justo cuando piensas, por
un lado, que quien te mandaría subir. Y por otro, sabes con certeza, que,
si te tientan, lo volverías a hacer.
Subir y bajar, una semana más, aunque, la octava, pinta un poco mejor. Ahí
lo dejo. Yo creo que esta semana, va a tocar paseo en los Zeppelines, mirar
desde arriba, en la distancia, sentir el aire, y planear J
Séptima Semana de cuarentena, séptima semana fuera de nuestra zona de
confort. Volviendo a romper rutinas y entrando en la Fase 0.
Una semana menos para todo lo bueno que está por venir, RESISTIRÉ.