18 de abril de 2020

Diario de una cuarentena: Cinco Semanas


Del bombardeo continuo de videos y mensajes en las redes sociales, a veces, tengo la sensación de que estamos jugando al "yo más". En concreto, al "yo lo estoy pasando peor". Solteros contra casados. Con hijos y sin hijos. Con perros y sin ellos.

Y esto es difícil para todos, tengamos la situación que tengamos.


Es difícil contar semanas, ver la vida desde el mirador del salón y  no terminar de ver un poquito de luz, a pesar del sol que ya quiere acompañarnos.

Es difícil poner la palabra "Tele" delante de todo lo que hacemos en la distancia. Y es más difícil aún  "telehacerlo". Es difícil teletrabajar, telestudiar, teleenseñar, teleentrenar, telebailar....Aunque para mí, se lleva la palma lo de teleabrazar.

Es difícil ocupar un tiempo que ya teníamos asignado a alguna tarea: Extraescolares, horas extras, deportes, amigos, aficiones...Y eso, que, en nuestras casas, contamos con ordenadores, plataformas de televisión, bicis estáticas, hasta impresoras 3D o sacos de boxeo.

Y esto es difícil para todos, tengamos la situación que tengamos.

Aunque, a mí me parece, que está siendo especialmente difícil para esas generaciones que nos preceden, y que no son de la generación del "click".

Si, nuestros padres, los que para mí se merecen cantar más alto que nadie el himno de esta pandemia, “Resistire”, sobre todo porque se lo hemos cogido prestado.
Ellos que han trabajado duro toda la vida, para sostener a sus familias, sin pensar en si se sentían realizados o si estaban dentro de su zona de confort.
Ellos, con brazos fuertes de subir y bajar ventanillas de los coches cuando no había elevalunas, pero que nunca hicieron pesas o utilizaron mancuernas.
Ellos, con piernas duras de fregar los suelos de rodillas, con los riñones doblados para llegar hasta las esquinas a las que ni un robot redondo llegaría.
Ellos, con cabezas rápidas y despiertas, de sumar de memoria las cuentas de una compra o de calcular porcentajes de descuento;
Ellos, que aún siguen pasando los precios a pesetas, por si acaso.
Ellos, de pueblos pequeños y corazones enormes, que se aprendieron las calles de la gran ciudad sin necesidad de un satélite.
Ellos, que dieron de comer a sus familias con fundamento y variedad, dentro de sus posibilidades, sin robots de cocina, ni blogs de recetas, y con escasas tres especias en sus cocinas.
Ellos, que nos criaron con sólo dos canales en la televisión, un parque de niños y el carrito. Ese que se hartaron a subir y bajar porque en sus portales no había ascensores.


Y ellos, que nos siguen demostrando su capacidad de adaptación.
Ellos que ahora, confinados como todos, no pueden gastar el tiempo teletrabajando.
Ellos, que no tienen hijos en edad de estudiar y no saben lo que es una clase on line, ni una DinA3.
Ellos, que no tienen acceso a las dos o tres plataformas de televisión, y que tampoco las necesitan, será por canales.
Ellos que no se han vuelto locos con los bizcochos, las magdalenas, el pan de pipas o las muffins, pero que siguen comiendo cada día sus recetas de toda la vida, y cumpliendo la regla del plato, sin saber que la cumplen. 
Ellos que han aprendido a usar wasap, a esa edad en la que, según todas las teorías, la curva de aprendizaje está donde quisiéramos que estuviera la del coronavirus.
Ellos que han descubierto que pueden vernos en una pantalla pequeña y sentir que brindan cuando quedamos a tomar el teleaperitivo.
Ellos que sonríen al vernos juntos, metidos en cuadraditos, y que se conforman con que en sus pantallas salgamos nosotros, da igual que a ellos se les vea de cuello para abajo,
Ellos que sufren, sobre todo, porque no salir, significa no poder ayudarnos.

Ellos sí que lo tienen difícil.
Ellos, que, según pinta, van a ser los últimos en salir, aunque sean los que más lo necesitan.
Ellos, que, desde el primer día, se levantan y se acuestan con el cartel de persona de riesgo colgado del cuello.
Ellos, que según van sumando, se colocan peligrosamente en el lado negro de la curva: Ese en el que, a pesar de todo, no mereces más.

Para mí, hoy, ellos son mi "yo más".
Para mí, hoy ellos son mi Resistiré. 

Quinta Semana de cuarentena, quinta semana fuera de nuestra zona de confort. Aprendiendo de Ellos.
Una semana menos para todo lo bueno que está por venir, RESISTIRÉ.


No es sólo juntar letras

No es sólo juntar letras
Leido, intentando interiorizarlo